jueves, 27 de diciembre de 2012

“Casi seguro voy, pero igual te aviso”

Bajándome del bus recibí un mensaje de texto de una buena amiga en el que me deseaba feliz navidad y me preguntaba si quería pasar con su familia el segundo fin de semana de enero. Revisé el calendario y me dí cuenta que justo ese fin de semana ya tenía organizado un paseo en el que vamos a estar completa mi familia y la de unos primos muy cercanos, después de 15 años de no poder hacerlo por estar viviendo todos en países diferentes.

 “Feliz navidad para tí también Cata!”, comencé a escribir en un mensaje de texto. “Me encantaría poder ir, déjame ver si puedo organizar mis cosas y te digo algo estos días. Yo te llam...”

Borré el mensaje y armándome de valor reescribí:

“Feliz navidad para tí también Cata! Desafortunadamente no puedo ir, porque justo ese fin de semana ya tengo organizado un paseo con la familia... te mando un abrazo grande!”

Mi prima viene de Italia con su esposo y su hijo de 1 año y medio (a quien no conozco), y después de tres años de la última vez estoy que nos vimos estoy con unas ganas enormes de verla; su hermano, mi primo, vive en Canadá y justo estará por esas fechas en Colombia también; mis papás y mis hermanas vienen de Barcelona después de no venir en dos años, y también tienen reservado ese fin de semana para poder estar con todos. Un encuentro de esta naturaleza a estas alturas de mi vida es más improbable que ver un eclipse solar completo, y aún así tengo la osadía de pensar en mandarle un mensaje a mi amiga diciéndole que me deje “ver si puedo organizar mis cosas” para ver si alcanzo a ir a su finca con su familia ese mismo fin de semana. Qué carajos es lo que tengo que organizar, si ya sé que no existe ni la más remota posibilidad de que pueda ir?!?!

Aquí en Bogotá no nos enseñan a decir que no. Aunque estemos 100% seguros de que no podemos asistir a algún evento, o tomarnos un café, o hacer una llamada, o ir a un concierto, a los bogotanos siempre nos hace sentir mejor hacer creer al otro que existe una posibilidad.  “Voy a ver si alcanzo”, “yo le aviso”, “yo creo que sí vamos”, son algunas frases típicas que muchas veces aquí equivalen a un NO rotundo; sólo algunos neurocirujamos saben entender si se trata de un ‘no’ disfrazado o de un ‘tal vez’ genuino.

Algunos radicales llevan esto aún más lejos, y no conformes con afirmar que van a ‘intentar’ venir a la invitación sabiendo no lo harán, directamente afirman que seguro vendrán. “Yo voy seguro”, “mañana te llamo”, “yo voy fijo”, son otras tantas frases que en muchas ocasiones también son un vil y rotundo ‘no’ maquillado. Hace un par de meses invité a una amiga a un concierto que empezaba en un par de horas. “Listo de una!”, me dijo por teléfono, “mil gracias, yo voy seguro!”. Por suerte esta vez fue muy fácil identificar que no iba a venir (olvidó preguntarme la dirección del lugar); de otra manera yo me habría quedado guardándole un puesto inútilmente y muy probablemente habría tenido que aguantar las miradas enfurecidas de algunos asistentes con ganas de sentarse.

El mundo al revés: aquí en Bogotá pensamos que uno queda peor diciendo “no” que dejando esperando a alguien. Al parecer todos nos damos un aire de importancia enorme y asumimos que le vamos a romper el corazón al otro si le rechazamos su invitación; por supuesto ante la hipotética tragedia emocional preferimos recurrir a una pequeña e inocente mentirita que suavice al menos un poco la gravedad del desplante. El problema es que a partir de este absurdo lingüístico puede que el otro decida inútilmente alistar unos cubiertos más, o que esté pendiente todo el día del celular, o que guarde una silla en el concierto o reserve una boleta en la entrada, o que deje una ración de queso separada por si acaso o compre dos botellas de vino en vez de una. Con los años que he pasado fuera de Colombia me he desacostumbrado un poco a esta extraña y absurda tendencia, y estoy en campaña personal para dejar de arropar la negativa a una invitación con un ‘tal vez’ o un mentiroso ‘sí’. Para practicar recomiendo mucho un juego muy divertido que puede hacerse en cualquier momento del día, y que consiste en responder una sencilla pregunta a partir de un postulado igual de sencillo. Hay varios ejemplos, aquí les dejo uno para que practiquen en casa:

Juan se va de viaje por dos meses el viernes. Pedro llama a Juan a invitarlo a su cumpleaños, que va a celebrar en dos semanas.

De acuerdo con esto, escoge la respuesta correcta:

a. Juan puede ir
b. Juan casi seguro puede ir
c. Juan no puede ir

Si la respuesta que escogiste es la C, entonces vas por buen camino. Si escogiste la A o la B repite el ejercicio varias veces hasta escoger la respuesta correcta. Ánimo!