miércoles, 2 de enero de 2013

Pillados por el virus sin vacunar


*Con motivo del fin de año, el periódico ‘El Espectador’ nos pidió a mi hermano y a mí que compartieramos un poco la experiencia de haber estado en medio de un video viral. Aquí les dejo el escrito.

Justo antes de regresar a Nueva York hicimos con mi hermano Nicolás los videos de dos canciones que habíamos compuesto hace un año y que no habíamos tenido oportunidad de grabar. Me llevé los archivos conmigo, y luego de arreglarle un par de detalles subí el primero a youtube. “Narcolepsia automovilística” fue compartido por muchísimos amigos nuestros, y hacia el final de la semana había tenido alrededor de 10,000 visitas (vale la pena recalcar que hasta ese momento el video mío con más visitas era uno que tenía hace aproximadamente 3 años y medio, y que hasta la fecha contaba con alrededor de 4,500).  “No nos hagamos muchas expectativas”, fue algo que hablamos varias veces respecto a la acogida que podría tener el segundo video después de lo que había pasado con el primero. -“Es mucho más largo, tiene una introducción larga, y son demasiados chistes que no se entienden a la primera”. Revisé un par de cosas del audio, y hacia las 3pm en mi cuarto en Harlem subí el video a nuestro canal de youtube y lo compartimos en nuestras páginas de Facebook. A la mañana siguiente estábamos los dos postrados y estupefactos, (Nicolás desde Bogotá y yo desde Nueva York) ante un monstruo virtual: el video ya tenía 123,000 visitas y se acababa de desencadenar uno de los episodios más surrealistas que hayamos vivido.  

Por los siguientes tres días no salí de la casa. Hacia las 8am me levantaba en el silencioso apartamento, abría el computador y me estrangulaba un bombardeo mediático que apretaba hasta que cerraba el computador nuevamente a las 3 de la mañana. Al igual que el que tarda horas jugando Tetris y a la hora de acostarse no puede conciliar el sueño por seguir imaginando fichas cayendo, por la noche yo cerraba los ojos y seguía viendo comentarios y mensajes uno detrás del otro. Toneladas de gigabytes en emails de felicitaciones y de propuestas laborales absurdas inundaron nuestros humildes correos virtuales (“Me gustaría sacar un DVD de ustedes para una red de escuelas que enseña español en Brasil”, “Queremos hablar con ustedes y hacer un comercial para una empresa de sofás”, “Podrían venir a Buenos Aires a cantar en el cumpleaños de mi abuelo que cumple 80 años?”), y tuvimos que organizarnos para lograr atender los incontables entrevistadores interesados en hablar con nosotros (“Usted agarre la entrevista de Australia a las 9am, y yo mientras tanto hablo con el periódico boliviano. A las 11am encontrémonos en skype para la entrevista con RCN y luego usted vaya a Caracol y yo aquí salgo para Fox, que también nos quiere hacer una nota”).

Ninguno de los dos teníamos preparado el terreno para algo así. En medio de mucha ansiedad y confusión tuvimos que hacer una página web con la ayuda de nuestra hermana, resolver dudas de derechos de autor, encontrar la manera de poner pautas publicitarias en youtube, responder montones de llamadas telefónicas y emails de todo tipo, e intentar calmar los ánimos de algunos que reclamaban no haber incluido a su país en la canción (“Y dónde está Paraguay? Qué pasó con Ecuador?”).  A mi hermano en Bogotá le tocó además el añadido de tener a sus amigos y a la familia timbrándole al teléfono cada diez minutos para felicitarlo por alguna mención en radio o algún articulo publicado. Por dos semanas dejamos de ser los hermanos músicos Nicolás y Juan Andrés Ospina para convertirnos en ‘Qué difícil es hablar el español’.

Pasar de 3,000 visitas a 3,000,000 acabó siendo una ventana importante para mostrar otros trabajos nuestros como músicos, para agarrar impulso y crear el proyecto ‘inténtalo carito’ (con el cual comenzaremos a presentarnos el año que viene), para aumentar nuestros seguidores en las redes sociales y para ver desde primera fila el interesantísimo momento por el que pasan las comunicaciones en este tiempo.  Por suerte en este caso la ‘viralidad’ nos agarró a través de una canción que hicimos con muchísimo trabajo y creatividad, y no por alguna caída chistosa en la calle o algún episodio bochornoso. Y aunque estamos lejos de ser famosos, de vez aparece alguien en algún lugar inesperado y nos dice: “Ey! Ustedes son los del video!!! Me encanta, felicitaciones y hagan más por favor!”

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