lunes, 25 de noviembre de 2013

El regalo de la música

“Y en qué más anda?”, me preguntó.
“Bueno, tengo varios proyectos... uno es con una cantante portuguesa increíble que se llama Sofia Ribeiro. Hicimos un CD juntos para el que hice todos los arreglos y la producción. Si quiere métase en mi página y le muestro un poco.”
“Wow está buenísimo, felicitaciones!”
“Me alegra mucho que le guste, lástima que no tengo un CD aquí para que lo pudiera oir todo”.
“Ah no fresco... más bien venga buscamos algún crack para bajarlo”.

Me quedé mirándolo medio confundido mientras él buscaba el dichoso crack (que no encontró, supongo que no somos tan famosos ni comerciales como para ya tener copias en el mundo de los hackers). Yo había incluso pensado en la posibilidad de regalarle un disco, pero aparentemente él ya había asumido que lo iba a conseguir gratis de todas maneras. Y sin el más mínimo reparo, me dice en mi cara que no me preocupe por llevarle uno, que él se lo va a “crackear”. Más raro aún siendo él mismo un artista; quizá no le habría caído muy bien, cuando me dijo que tenía una exposición pronto, que yo le respondiera que muchas gracias pero que no se preocupara por invitarme porque ya había encontrado a alguien que estaba exponiendo sus cuadros gratis en otro lado!

Esta ecuación es realmente jodida: grabar sigue siendo carísimo, y hacerlo supone un esfuerzo mental y físico enorme. Sin embargo la música hoy en día está asumida como una especie de ganga perpetua, un regalo de la vida por el cual no hay que invertir un centavo. Cualquiera pensaría que la solución sería no lanzarse en la bancarrota que suele suponer grabar un disco, pero el problema es que si uno como músico compositor no graba entonces muy probablemente se estanque profesionalmente. Pero si uno graba y no recupera la plata muy probablemente tampoco pueda hacerle publicidad al CD que grabó, ni mucho menos pensar en hacer uno nuevo (con lo cual no sólo uno acaba estancado igualmente, sino quebrado!). El perro que se muerde la cola, y miles de cajas llenas de cientos de miles de CDs sin abrir en las bodegas de quienes nos animamos a lanzarnos en este absurdo.

Sé que hay muchísimas maneras diferentes de promover la música hoy en día, pero cuando uno está charlando con alguien que también tiene una profesión creativa y que le dice a uno en su cara que no se preocupe por traerle un CD porque él se lo va a crackear, es porque de verdad hemos llegado a una desconección absoluta entre lo que es el proceso de grabar musica y el oyente (que además resulta para quienes estamos metidos en esto en un inevitable impulso de tirar la toalla).

Pero como obviamente quienes hacemos esto probablemente lo último que vamos a hacer es tirar la toalla, queda al menos la idea de educar a algunos sobre cómo detrás de cada canción que oyen hay un esfuerzo enorme de alguien que quizo traer esa música al mundo a pesar de tener todas las de perder. Así que nada, si entre sus aficiones musicales tienen uno que otro músico independiente, y quieren que puedan seguir haciendo discos, por favor gástense los diez dolaritos que vale el CD (y si se lo van a ‘crackear’, al menos procuren disimular un poco!).


sábado, 23 de noviembre de 2013

Feliz día del músico!

Muchos de los que estamos metidos en esta profesión le estamos apostando a algo bien complicado: vivir de algo que a uno le gusta, pero que nadie le ha pedido. A partir de ahí nos decidimos meter en esta pirámide económica en la cual nadie sabe exactamente dónde cabemos nosotros (de hecho nunca he rellenado un formulario en el que en las profesiones a seleccionar se encuentre la de músico), y la vida se convierte en una constante búsqueda de espacios en los que uno pueda seguir alimentando ese espíritu que pide seguir estudiando, aprendiendo, componiendo y expresándose, con la necesidad de ganarse la vida. He conocido músicos que contra viento y marea siguen rebuscándose para poder seguir haciendo eso que nadie les ha pedido, teniendo que lidiar constantemente con la incomprensión de un sistema ultra práctico en el que muchas veces algo tan etéreo como el arte no tiene cabida. Lo que hacemos es abstracto y el éxito económico es una especie de lotería en la que intervienen miles de factores que muchas veces poco o nada tienen que ver con la música. Se necesita mucho empuje, algo de obsesión y unas ganas casi incontrolables de seguir haciendo música para que uno logre navegar en esta ola tan complicada de surfear. A quienes entienden perfectamente de lo que estoy hablando, y que en este momento tienen algún acorde en la cabeza que no ven la hora de sentarse en el piano para poder descifrar: feliz día del músico!

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Ensaladas radioactivas

En el avión de Nueva York a Bogotá me dio por leer los ingredientes de un "dressing" que venía en un frasquito diminuto y que nos dieron para poner en una incípida ensalada (y que preferí comerme sin nada). Parecería que el señor que inventó la receta metió en la olla absolutamente todo lo que encontró en su despensa (y en el laboratorio de algún amigo), y finalmente dio con el sabor ultraespecífico que buscaba. La salsita solamente tiene:

Water, soybean oil, imitation sour cream, hydrogenated palm kernel oil, buttermilk powder, corn syrup, sodium casenate, mono and digylcerides, gelatin, modified food starch, sodium citrate, guar gum, salt, potassium, sorbate, starter distillate and culture (hasta cultura tiene la pinche salsa!), buttermilk, vinegar, egg yolk, disodium inosinate and disodium guanylate, sugar, maltodextrin, spice, delta lactone as a preservative, xantham gum, less than 0,1% sodium benzoate added as a preservative (aquí discrepo un poco, con 0,3% queda un poquito más rica), onion, garlic, and calcium disodium e.d.t.a added to protect flavors (obvio, nada como mantener los sabores frescos con el tradicional calcium disodium).

Mis respetos al rebuscado paladar del fabricante de tan radioactivo dressing, pero yo me quedo mil veces un chorrito de aceite de oliva.

 

sábado, 2 de noviembre de 2013

Esclavos y cowboys

Hace rato no me impactaba tanto una película como “12 Years a Slave”. Anoche me fui a dormir entre agradecido con la fortuna que tengo de ser libre, el interés de querer aprender más sobre el contexto, el alma arrugada pensando en los millones de casos similares que habrá detrás de los datos históricos de Wikipedia, la impresionante fotografía y las fuertísimas imagenes de la película, y la escena ridícula del tipo semi-desnudo que vimos en el metro volviendo a la casa disfrazado de “naked cowboy” (al menos eso estaba escrito en sus calzoncillos, sus botas, su sombrero y su guitarra), y de la señora burlona que lo criticó todo el viaje con sus amigas diciéndole que ya no era Halloween y diciéndole a sus hijitos que le bajaran los calzoncillos (cosa que efectivamente hicieron). La primera película se las ultra recomiendo (pero prepárense para un post-peliculatorio traumático); la segunda podría ser el guión de una película de humor barato a la que yo le pondría “Dar papaya”, y a la que no iría jamás (más barato y divertido comprar un tiquete de metro en Nueva York). Feliz fin de semana.